Son muchas las tareas que actualmente se realizan por medio de la inteligencia artificial en el entorno laboral, principalmente aquellas que tienen que ver con sintetizar trámites y procesar enormes cantidades de información.
Los avances de esta tecnología no son cuestión de ciencia ficción, sino la realidad del presente. Hoy en día hay sistemas de IA que son capaces de realizar ilustraciones más rápido que cualquier diseñador, prevenir la diabetes por medio de un reloj inteligente, incluso escribir noticias y artículos. La capacidad de la inteligencia artificial es tanta que ha dejado de asombrarnos.
Se trata del conjunto de sistemas computacionales y algoritmos que tratan de emular la inteligencia humana aprovechando la precisión matemática.
Una de las características más notables de este tipo de tecnología es la capacidad de ser autodidacta, es decir, de generar conocimiento a partir de los datos que ella misma emite, de manera que puede aprender cuáles datos son correctos y cuáles no, para realizar sus funciones.
La inteligencia artificial en el entorno laboral se utiliza para eficientar los procesos operativos y administrativos, es decir, hacer mejor y más rápido el trabajo en menor tiempo y con menos esfuerzo.
Los desarrollos de IA han ganado aceptación gracias a su capacidad para reducir las posibilidades de cometer errores humanos y a realizar trabajos de manera incansable. Sin embargo no todo es miel sobre hojuelas. Existen algunos riesgos que vale la pena conocer y tener en cuenta.
Muchos desarrollos de inteligencia artificial fueron creados simulando las redes neuronales, que son capaces de generar conocimiento propio para después emitir juicios y tomar decisiones, el punto crítico es que en la mayoría de estos casos no es posible ver cómo fue que la máquina calificó de cierta forma algún dato, es decir, sólo conoces el resultado.
Para dar mayor transparencia a esto sería necesario platicar con los programadores, establecer los parámetros necesarios para que la IA procese los datos. Esto es posible, pero en la vida real no es muy práctico, ya que no siempre se conoce al equipo de programación, además, al tratarse de una máquina autodidacta, no es posible anticipar totalmente cuál sera su aprendizaje.
La inteligencia artificial está programada sobre una estructura de ciencias exactas, por lo que no puede matizar situaciones tal como lo haría un ser humano. El problema sucede cuando la persona que programa la aplicación lo hace de manera sesgada, es decir, utilizando una opinión o un prejuicio como punto de partida para procesar información.
Algunas dependencias de gobiernos locales en Estados Unidos han tenido dificultades con eso, ya que su tecnología puede marcar como más propenso a cometer un delito a una persona por su origen racial. Si partes se parte de ello para clasificar expedientes, lo que se obtendrá es una máquina de discriminación automatizada. Algo muy riesgoso.
Las herramientas de inteligencia artificial basan su funcionamiento en el procesamiento de información a gran escala, esto implica que necesitan recabar una enorme cantidad de datos, lo cual compromete la privacidad de las personas.
Un ejemplo de ello que es visible en la vida cotidiana son los dispositivos como Alexa, que mientras permanezcan encendidos te están escuchando en todo momento. Posteriormente, todas tus conversaciones son procesadas y clasificadas para fines comerciales.
¿Te ha pasado que comentas con alguien que tienes hambre y al abrir tus apps de redes sociales te aparecen anuncios de comida? Ese es otro ejemplo de la inteligencia artificial utilizando tu información con fines comerciales.
El procesamiento automatizado de información, así como la aparición de bots para realizar diferentes tareas de manera sistemática en la red, han generado un ambiente de poca confianza.
Con ayuda de estos desarrollos es posible crear perfiles falsos de forma masiva y provocar contracciones en los mercados, especulaciones y falsas predicciones sobre oferta y demanda que podrían, en un momento dado, colapsar a una industria entera.
Otro factor de riesgo tiene que ver con la pérdida de habilidades humanas para resolver problemas, realizar operaciones matemáticas e incluso memorizar números o datos históricos.
Probablemente recuerdas la película animada Wall-E, en cuyo universo los humanos eran seres obesos e inútiles. Los robots realizaban todas las tareas del mundo y las personas ya no tenían ni siquiera fuerza para mover sus músculos.
Eso es parecido a lo que le sucede al cerebro humano cuando deja de ejercitarse.
Además de los riesgos comentados, la inteligencia artificial en el entorno laboral, tiene un doble impacto, por un lado eficienta las tareas y los procesos , mientras que por el otro lado, pone en peligro la estabilidad de miles de empleados, que pueden perder su trabajo.
Actualmente, las habilidades técnicas para operar y agestionar sistemas de inteligencia artificial son bien valoradas en el entorno labora, por ello es indispensable que los profesionales aprendan a sacar provecho de este tipo de sistemas computacionales y mecatrónicos.
El uso de la inteligencia artificial en el entorno laboral ha provocado la llamada cuarta revolución industrial, en la que la digitalización de las tareas llega a todos los procesos, tanto operativos como administrativos y comerciales de una organización.
Si bien se trata de un conjunto de avances tecnológicos que traen consigo progreso y muchas ventajas, también es cierto que su uso irresponsable puede provocar daños a niveles masivos.
Por ello, para implementar la inteligencia artificial en el entorno laboral, es indispensable contar con el apoyo de profesionales especializados en este tipo de tecnología. Si te gustaría conocer las soluciones que GDM tiene para ti, no dudes en comunicarte con nosotros y solicitar una asesoría sin costo.